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ALBERDI y La MORAL MONSTRUOSA

2014/01/23

Juan Bautista ALBERDI  Y LA MORAL MONSTRUOSA

AREGENTINA - FRANKESTEINArgentina: Frankensteinpor Anton Barreneche

BY LAGUNA LARGA ⋅ SEPTEMBER 20, 2013 ⋅  EMAIL THIS POST ⋅  PRINT THIS POST ⋅ POST A COMMENT

La genial obra de Mel Brooks nos muestra la arrogancia de un científico al dar vida a materia inanimada. Todo sale mal y su creación no pasa de un dislate con el cerebro equivocado. Cuando ve su creación… a pesar de la alegría y el cariño que despierta ese monstruo, le invade una melancolía por el error cometido.

Ese sentimiento es característico cuando algo se ha perdido definitivamente. Es la añoranza. Un sentimiento triste que se parece a la desesperanza o la imposibilidad. Es… añorar lo perdido sabiendo que no regresará jamás. Tristeza, añoranzas, recuerdos son imágenes que quedan grabadas en lo mas profundo del alma.

Algo de esa tristeza nos invade hoy en nuestra toldería. Lo que hoy es Democracia Social Argentina fue en algún momento República Argentina. No ha pasado demasiado tiempo. Fue solo un siglo. ¿Qué es un siglo en la vida ? Nada. Menos que el vuelo de una luciérnaga en una noche de verano en la toldería húmeda y pantanosa. Sin embargo, en estos cien años, la República Argentina fue perdiendo paulatinamente calidad en las instituciones que la apuntalaban como República. Quedó la monstruosidad que vivimos hoy. Quedó el joven Frankestein de Mel Brooks.

La República nació con la Constitución Nacional de 1853, escrita por Juan Bautista Alberdi, inspirada en la Constitución de Estados Unidos, y ésta a su vez apoyada en la filosofía no solo de Gran Bretaña, sino de las propias ideas de británicos que vivían en EEUU, y que huyeron por falta de libertad religiosa y altos impuestos con que eran asfixiados. En esta gloriosa Constitución Nacional de 1853 queda muy claro cuáles son los derechos individuales que se respetan: el derecho a la vida, a la propiedad privada, al intercambio del fruto del trabajo, a buscar la felicidad por medios individuales y la libertad de expresión y fe.

Esa Constitución fue un imán para inmigrantes que dudaban entre ir a Estados Unidos o Argentina. Muchos vinieron a Argentina, que hoy serían nuestros abuelos o bisabuelos. Huían de una Europa Altruista que no respetaba justamente esos derechos que tan sabiamente explicitó Alberdi. Venían de una Europa con derechos relativos, no absolutos. Viajaron a una Argentina con “derechos absolutos”: derecho a la VIDA, PROPIEDAD, LIBERTAD DE COMERCIAR EL FRUTO DEL TRABAJO.

Gene Wilder y Martin Feldman intentan crear algo superior, pero les sale un monstruo. A poco de andar, el primer intento monstruoso ensombrece la República: en 1860 se reúne la Convención Nacional Constituyente para cobrar un canon a las exportaciones, que tendría carácter transitorio, y con ese dinero paliarían las dificultades del estado, que tenía las arcas vacías tras la guerra con el Paraguay. Como muy bien señala el Dr. Carlos Antonio Cadenas Madariaga en un artículo de “Mercedes Opina” nacían así las Retenciones a las Exportaciones. Nunca fueron eliminadas constitucionalmente. Fue una señal. Quedó ahí, monstruosamente enganchada tras bambalinas en la gloriosa Constitución Nacional de Alberdi. ..Siete años! Solo siete años transcurrieron desde la promulgación de la Constitución de 1853 y la primer monstruosidad a la propieda cortaba uno de los derechos absolutos que tan sabiamente colocó Alberdi en la Constitución: el derecho a la propiedad.

¿Por qué no pidieron un crédito al exterior? ¿Por qué no dejaron de pagar sueldos a funcionarios estatales ya que dinero no había? ¿Por qué no entregaron pagarés a los funcionarios del Estado? Porque es siempre más fácil birlar lo ajeno con buenas intenciones, desde luego. El “Altruismo” ya había aparecido en escena. Se hacía este ataque a la propiedad privada con buenas intenciones. Que se perjudiquen algunas minorías… no debiera importar. Además eran de la oligarquía ganadera. ¡Que se embromen! ¿Qué es una pequeña monstruosidad para los oligarcas que tiene tanto?

El papel de Frankenstein lo interpreta Peter Boyle. Mel Brooks insistió en hacerla en blanco y negro para recrear el ambiente de la novela de Mary Shelley. Cuatro décadas después de 1853, el altruista presidente Figueroa Alcorta decide “nacionalizar” el subsuelo. Se usaron palabras bonitas para que no se note la monstruosidad. Nacionalizar es más patriótico que “quitar a sus propietarios”. Amparándose en un Código de Minería, el bondadoso con lo ajeno Figueroa Alcorta por un decreto del Ejecutivo quita el subsuelo a los superficiarios. Amparado en las sombras del “Altruismo”, la medida del tirano Figueroa Alcorta cosecha aplausos por beneficiar al pueblo, siguiendo la cultura española de considerar el subsuelo como propiedad del rey. En este caso, se consideraba el subsuelo propiedad del Estado. ¿Qué es una montuosidad para el superficiario, si tiene tanto…?

La encantadora Madeline Kahn interpreta a la bella Elizabeth, novia del científico que se enamora del monstruo. Una década más e Irigoyen congela alquileres. Violaba la propiedad privada que tenían los propietarios de departamentos. Amparado en el “Altruismo”, el Peludo no duda un instante: Si era por el bien de las mayorías u la chusma que tanto lo adoraba, no importaba si caía por decreto presidencial el derecho absoluto de la propiedad privada: los propietarios no podían disponer de sus casas, ni pretender que se cumplan los contratos entre partes, ni aumentar los alquileres, ni echar a los malos pagadores. Infaltable en este coktail demagogo: El aplauso monstruoso.

Según la definición de tirano y sin consideración despectiva, es una persona que viola derechos individuales. Que viola el derecho a la vida, o que viola el derecho a la propiedad privada, o que viola el derecho a la libertad de expresión, o que viola el derecho a comerciar al mundo el producto del trabajo del que produce.

Quizás la mejor película de Mel Brooks, figura entre las cien mejores películas de todos los tiempos. Al promediar el siglo XX, Perón cierra el prestigioso diario “La Prensa” por considerar contrario al interés de las mayorías. Amparado en las sombras del “Altruismo”, por medio de un decreto del Ejecutivo cierra un diario que fue tradicionalmente una lenguas filosa y libre de la República Argentina. Caía así un derecho absoluto como es el de la libertad de expresión.

Con las Leyes laborales caían de un plumazo la libertad para contratar y despedir obreros de las fábricas. Aparece Mussolini: il Ministerio dil Laboro Argentino. Raúl Ricardo Alfonsín expropia la estancia “El Albardón”, baja las penas a los intrusadores de casas ajenas y bajas las penas y las excarcelaciones a los pibes chorros. El “Altruismo” brinda protección filosófica al presidente Alfonsín quien no duda en que se perjudiquen los propietarios, pues los pibes chorros eran las “víctimas” de un sistema injusto.

Con buenas intenciones desde luego. Estaba persuadido que era por el bien común.

Nada queda de la gloriosa Constitución de Alberdi. Esta monstruosidad jurídica es obra de cien años de “altruismo”, nunca lo hicieron por maldad pura. Contaron con la complicidad de la Justicia que permitió esta intromisión sobre los ciudadanos. Simplemente los Jueces no sabían de las consecuencias que acarrearía su altruismo.

La forma de recuperar esos derechos absolutos de la vida, propiedad, libre intercambio de bienes, libertad de expresión es volver a la Constitución Nacional de 1853. Anular todo el 14 bis, de plano, en la próxima Convención Nacional Constituyente.

Referencias:

“Peronismo demoliciones” de María Zaldivar
“Capitalismo: el ideal desconocido” de Ayn Rand
Artículo de Mercedes Opina de dr Carlos Antonio Cadenas Madariaga

Fuente: La Gazeta de Concordia (Argentina)