Archive for enero 2014

SALARIO MINIMO LEGAL O DESEMPLEO?

2014/01/31

Todos los Argentinos deberíamos conocer mas quien es Steve Hanke. Es el economista mundialmente mas famoso en buscar remedios a los desbarajustes monetarios de Naciones en problemas. A El lo llamo Carlos Menen para que nos ayude a superar la HIPERINFLACIÓN que el :Galleguito Cabeza dura (Presidente Alfonsín) le dejo  de regalo a Menem SEIS MESES ANTES DE TERMINAR SU MANDATO.  El pan de cumplir con la Constitución Argentina y La Ley y hacer que El Congreso de La Nación FIJE EL VALOR DE LA MONEDA NACIONAL  fue obra de Menem y de Steve Hanke … NO de Domingo Caballo … el nunca lo entendió.

Lamento esta nota de Steve Hanke este en Ingles, muchos lectores del blog no necesitan traduccion… pero esta nota deberia ser leida por muchos mas… sobre todo los que si necesitan traduccion… (Si alguien tiene tiempo y ganas de traducirla… y me la envia, con gusto la publicare con su nombre…

Minimum Wage Laws Kill JobsPosted: 29 Jan 2014 02:11 PM PST

Steve H. Hanke

President Obama set the chattering classes abuzz after his unilateral announcement to raise the minimum wage. During his State of the Union address, he sang the praises for his action, saying that “It’s good for the economy; it’s good for America.[1] Yet this conclusion doesn’t pass the economic smell test; just look at the data from Europe.

There are seven European Union (EU) countries with no minimum wage (Austria, Cyprus, Denmark, Finland, Germany, Italy, and Sweden). If we compare the levels of unemployment in these countries with EU countries that impose a minimum wage, the results are clear – a minimum wage leads to higher levels of unemployment. In the 21 countries with a minimum wage, the average country has an unemployment rate of 11.8%; whereas, the average unemployment rate in the seven nations without a minimum wage is about one third lower – at 7.9%.

Nobelist Milton Friedman said it best when he concluded that “The real tragedy of minimum wage laws is that they are supported by well-meaning groups who want to reduce poverty. But the people who are hurt most by high minimums are the most poverty stricken.”[2]


[1] Barack Obama, State of the Union Address, New York Times, January 28, 2014.

[2] Milton Friedman, The Minimum Wage Rate, Who Really Pays? An Interview With Milton Friedman and Yale Brozen, 26-27 (Free Society Association ed. 1966), quoted in Keith B. Leffler, “Minimum Wages, Welfare, and Wealth Transfers to the Poor,”Journal of Law and Economics 21, no. 2 (October 1978): 345–58.

      

DOCUMENTACION HISTORICA ARGENTINAS SOBRE JUAN GELMAN, CEFERINO REATO, OSCAR DEL BARCO, SERGIO SCHMUCKLER

2014/01/27
  • NO CALLARSE MAS / s/ »FALLECIMIENTO DE JUAN GELMAN»‏

 Estimados todos:

En La Nación puede leerse una nota de Ceferino Reato respecto de Juan Gelman. Va inmediatamente abajo.
Es útil para reavivar las memorias dormidas, para despertar los entendimientos distraídos y, especialmente, para darle a los centenares de imitadores de Gelman – imitadores en su hipocresía –

un mensaje claro. 

Los «jóvenes idealistas», tan utilizados por el peronismo, desde Perón a los K, no tenían en modo alguno en sus planes la liberación de este país de las garras de una dictadura. La intención era instalar otra dictadura, bien modelada en Cuba, más repugnante aún que la que se vivió acá, a la cual le daban el nombre eufemístico de Patria Socialista.No vinieron a liberar nada; no vinieron a restablecer la Constitución de la Nación Argentina. Basta pensar que ya habían empezado su accionar bajo gobiernos perfectamente constitucionales. Es decir que SE ALZARON EN ARMAS CONTRA LA NACIÓN ARGENTINA PARA CAMBIAR POR LA FUERZA SU SISTEMA POLÍTICO. Y, PARA LOGRARLO, NO TREPIDARON EN NUTRIRSE DE ARMAS, LOGÍSTICA, ENTRENAMIENTO, FINANCIAMIENTO Y COBIJO PROVISTOS POR POTENCIAS EXTRANJERAS (CUBA, LIBIA, URSS, y otras), LO CUAL LOS COLOCA EN LA MÁS GRAVE CATEGORÍA DE INFAMES TRAIDORES A LA NACIÓN.Y ASÍ DEBEN SER CONSIDERADOS HASTA QUE, COMO VENGO PIDIENDO HACE MUCHO Y LO PIDE Oscar Del Barco en la carta de más abajo, PIDAN PÚBLICO PERDÓN A LA NACIÓN POR SUS CRÍMENES Y TRAICIÓN.YO AGREGO: DEVUELVAN LOS DINEROS QUE HAN RECIBIDO COMO ESPURIA Y ESCANDALOSA «INDEMNIZACIÓN» O «COMPENSACIÓN». NO LO MERECEN. ACEPTARLOS SOLO HA AGRAVADO MÁS SU FALTA. LA CIUDADANÍA DEBERÁ EXIGIR CUENTA DE ESE OTORGAMIENTO A LOS FUNCIONARIOS QUE MALGASTARON LOS FONDOS PÚBLICOS.Esta carta va con copia a la Sra Beatriz Sarlo, una reputada intelectual, frecuentadora de programas políticos Clase A, cuyo pasado es similar al de Gelman.

Nunca escuché de labios de Sarlo una sola frase de perdón a la Nación. Nunca un arrepentimiento por haber querido violarla. Le solicito haga llegar copia de la presente a Martín Caparrós – quien hace pocos días escribió que él todavía se ilusiona con «lograr los objetivos» – y a tantos otros compañeros de ruta de aquellos años, como Nilda Garré y el Sr Vaca Narvaja, quien tuvo el tupé de jurar su cargo en nombre de «los 30.000 desaparecidos» que jamás podrá probar. Podría también la Sra Sarlo enviarle copia de esta carta al Peteco Carabajal, artista como Gelman, autor de una chacarera honrando a Roberto Mario Santucho (ese que consideraba necesario llegar a un millón, millón y medio de muertos para instalar la Patria Socialista) para que Peteco nos responda claramente si aprueba y apoya el accionar del occiso homenajeado.No hay que callarse más, ciudadanos. Hemos permitido que la farsa de los caraduras llegue demasiado lejos.

Vienen envenenando nuestra vida política desde hace décadas. Hace apenas días que homenajearon a «los héroes de Monte Chingolo«, están preparando las jornadas de la Escuela Guevarista acá en Rosario, hicieron demoler el monumento al combate de Manchalá, logran puestos públicos, están en las universidades…

No hay que callarse mas, ciudadanos. Por haberlo hecho llegamos hasta aca y, si nos mantenemos inocuos, esto empeorara.

Suenan como mayoría, pero no lo son.
Demostrémoselos:
Difundan esta carta.

No es necesario ocultar mi firma. 

Saludos a todos.

CARLOS GALVALIZI,  Rosario, Santa Fe

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Jueves 16 de enero de 2014 |

Los olvidos del 70 del poeta-martir

Por Ceferino Reato |  Para LA NACION
Juan Gelman fue un poeta extraordinario; la búsqueda de su nieta -robada apenas nació- fue ejemplar y conmovedora; la pérdida de su hijo y de su nuera durante la dictadura provoca dolor y espanto, como sucede con todos y cada uno de los desaparecidos. Todo eso es verdad. También es verdad que desde fines de los 70 Gelman abrazó la lucha armada y que entre 1973 y 1979 fue «oficial» de Montoneros. Es decir, tomó el riesgo de morir por la «patria socialista», pero también la decisión de matar a otros argentinos.
Esos seis años en Montoneros incluyen los tres años de los cuatro gobiernos constitucionales del peronismo, donde hubo atentados como el que le costó la vida al sindicalista José Ignacio Rucci, hombre de confianza del general Juan Domingo Perón, y ataques como el de Formosa, donde murieron doce defensores de un cuartel ubicado en los suburbios de esa ciudad, entre ellos diez soldados conscriptos de 21 años que estaban de guardia aquel domingo 5 de octubre de 1975
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Luego de romper con Montoneros, en 1979, Gelman se dedicó a la escritura y no quiso hablar de su experiencia armada. Sí hizo frecuentes y sentidos reclamos por la verdad y la justicia con relación a los crímenes de la dictadura. Una astucia que convence a muchos, pero no a todos. Por ejemplo, no ha convencido al filósofo Oscar del Barco, un venerado intelectual de izquierda que en 2005 provocó una intensa polémica entre sus camaradas y compañeros, que derivó incluso en un libro titulado No matar, sobre la responsabilidad(Nota de CAG: esa carta se reproduce abajo)
Es que en diciembre de aquel año, la revista La Intemperie publicó una carta de lectores en la que Del Barco realizó una profunda autocrítica sobre su respaldo a distintos grupos guerrilleros. «Ningún justificativo nos vuelve inocentes. No hay «causas» ni «ideales» que sirvan para eximirnos de culpa. Se trata, por lo tanto, de asumir ese acto esencialmente irredimible, la responsabilidad inaudita de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano», señaló.
Lo había conmovido una entrevista de esa revista cordobesa a un ex miembro del Ejército Guerrillero del Pueblo, quien relató que habían fusilado en forma sumaria a dos de sus compañeros porque no lograban adaptarse a la vida en la selva. Eso ocurrió en 1964, en la zona de Orán, en Salta. Era un grupo guerrillero enviado por el Che Guevara y financiado por el gobierno cubano para contagiar la revolución socialista en nuestro país.
En su carta, Del Barco recordó un reportaje reciente de Gelman en el que el poeta se pronunciaba a favor de la verdad y de la justicia, como lo haría dos años después al recibir el Premio Cervantes por su obra literaria.
Del Barco, quien conocía a Gelman desde su común militancia en el Partido Comunista, agregó: «Es cierto. Pero para comenzar él mismo tiene que abandonar su postura de poeta-mártir y asumir su responsabilidad como uno de los principales dirigentes de la dirección del movimiento armado Montoneros. Debe confesar esos crímenes y pedir perdón por lo menos a la sociedad«.
«Los otros mataban, pero los «nuestros» también mataban. La verdad y la justicia deben ser para todos», señaló.
El filósofo admitió que Gelman padecía «el dolor insondable de tener un hijo muerto, el cual, debemos reconocerlo, también se preparaba para matar».
Son palabras que ahora vuelven a cobrar sentido y necesidad, con la fuerza de esas verdades pronunciadas en soledad, frente a un coro políticamente correcto.
Subject: Memoria:
Me permito reenviar s/ «FALLECIMIENTO DE JUAN GELMAN» 

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From:
Carta de Oscar del Barco a Sergio Schmuckler, Director de la Revista La Intemperie – Diciembre de 2004.
Sobre el fallecimiento del ex terrorista montonero, Juan Gelman.
«NO MATARAS».
La carta de Oscar del Barco.
(…) Aunque pueda sonar a extemporáneo corresponde hacer un acto de contrición y pedir perdón.
El camino no es el de «tapar» como dice Juan Gelman, porque eso -agrega- «es un cáncer que late constantemente debajo de la memoria cívica e impide construir de modo sano». Es cierto. Pero para comenzar él mismo (que padece el dolor insondable de tener un hijo muerto, el c…ual, debemos reconocerlo, también se preparaba para matar) tiene que abandonar su postura de poeta-mártir y asumir su responsabilidad como uno de los principales dirigentes de la dirección del movimiento armado Montoneros. Su responsabilidad fue directa en el asesinato de policías y militares, a veces de algunos familiares de los militares, e incluso de algunos militantes montoneros que fueron «condenados» a muerte. Debe confesar esos crímenes y pedir perdón por lo menos a la sociedad. No un perdón verbal sino el perdón real que implica la supresión de uno mismo. Es hora, como él dice, de que digamos la verdad. Pero no sólo la verdad de los otros sino ante todo la verdad «nuestra». Según él pareciera que los únicos asesinos fueron los militares, y no el EGP, el ERP y los Montoneros. ¿Por qué se excluye y nos excluye, no se da cuenta de que así «tapa» la realidad?
Gelman y yo fuimos partidarios del comunismo ruso, después del chino, después del cubano, y como tal callamos el exterminio de millones de seres humanos que murieron en los diversos gulags del mal llamado «socialismo real». ¿No sabíamos? El no saber, el hecho de creer, de tener una presunta buena fe o buena conciencia, no es un argumento, o es un argumento bastardo. No sabíamos porque de alguna manera no queríamos saber. Los informes eran públicos. ¿O no existió Gide, Koestler, Víctor Serge e incluso Trotsky, entre tantos otros? Nosotros seguimos en el Partido Comunista hasta muchos años después que el Informe-Krutschev denunciara los «crímenes de Stalin». Esto implica responsabilidades. También implica responsabilidad haber estado en la dirección de Montoneros (Gelman dirá, por supuesto que él no estuvo en la Dirección, que él era un simple militante, que se fue, que lo persiguieron, que lo intentaron matar, etc., lo cual, aun en el caso de que fuera cierto, no lo exime de su responsabilidad como dirigente e, incluso como simple miembro de la organización armada). Los otros mataban, pero los «nuestros» también mataban. Hay que denunciar con todas nuestras fuerzas el terrorismo de Estado, pero sin callar nuestro propio terrorismo. Así de dolorosa es lo que Gelman llama la «verdad» y la «justicia». Pero la verdad y la justicia deben ser para todos.
Carta enviada a Sergio Schmuckler
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ALBERDI y La MORAL MONSTRUOSA

2014/01/23

Juan Bautista ALBERDI  Y LA MORAL MONSTRUOSA

AREGENTINA - FRANKESTEINArgentina: Frankensteinpor Anton Barreneche

BY LAGUNA LARGA ⋅ SEPTEMBER 20, 2013 ⋅  EMAIL THIS POST ⋅  PRINT THIS POST ⋅ POST A COMMENT

La genial obra de Mel Brooks nos muestra la arrogancia de un científico al dar vida a materia inanimada. Todo sale mal y su creación no pasa de un dislate con el cerebro equivocado. Cuando ve su creación… a pesar de la alegría y el cariño que despierta ese monstruo, le invade una melancolía por el error cometido.

Ese sentimiento es característico cuando algo se ha perdido definitivamente. Es la añoranza. Un sentimiento triste que se parece a la desesperanza o la imposibilidad. Es… añorar lo perdido sabiendo que no regresará jamás. Tristeza, añoranzas, recuerdos son imágenes que quedan grabadas en lo mas profundo del alma.

Algo de esa tristeza nos invade hoy en nuestra toldería. Lo que hoy es Democracia Social Argentina fue en algún momento República Argentina. No ha pasado demasiado tiempo. Fue solo un siglo. ¿Qué es un siglo en la vida ? Nada. Menos que el vuelo de una luciérnaga en una noche de verano en la toldería húmeda y pantanosa. Sin embargo, en estos cien años, la República Argentina fue perdiendo paulatinamente calidad en las instituciones que la apuntalaban como República. Quedó la monstruosidad que vivimos hoy. Quedó el joven Frankestein de Mel Brooks.

La República nació con la Constitución Nacional de 1853, escrita por Juan Bautista Alberdi, inspirada en la Constitución de Estados Unidos, y ésta a su vez apoyada en la filosofía no solo de Gran Bretaña, sino de las propias ideas de británicos que vivían en EEUU, y que huyeron por falta de libertad religiosa y altos impuestos con que eran asfixiados. En esta gloriosa Constitución Nacional de 1853 queda muy claro cuáles son los derechos individuales que se respetan: el derecho a la vida, a la propiedad privada, al intercambio del fruto del trabajo, a buscar la felicidad por medios individuales y la libertad de expresión y fe.

Esa Constitución fue un imán para inmigrantes que dudaban entre ir a Estados Unidos o Argentina. Muchos vinieron a Argentina, que hoy serían nuestros abuelos o bisabuelos. Huían de una Europa Altruista que no respetaba justamente esos derechos que tan sabiamente explicitó Alberdi. Venían de una Europa con derechos relativos, no absolutos. Viajaron a una Argentina con “derechos absolutos”: derecho a la VIDA, PROPIEDAD, LIBERTAD DE COMERCIAR EL FRUTO DEL TRABAJO.

Gene Wilder y Martin Feldman intentan crear algo superior, pero les sale un monstruo. A poco de andar, el primer intento monstruoso ensombrece la República: en 1860 se reúne la Convención Nacional Constituyente para cobrar un canon a las exportaciones, que tendría carácter transitorio, y con ese dinero paliarían las dificultades del estado, que tenía las arcas vacías tras la guerra con el Paraguay. Como muy bien señala el Dr. Carlos Antonio Cadenas Madariaga en un artículo de “Mercedes Opina” nacían así las Retenciones a las Exportaciones. Nunca fueron eliminadas constitucionalmente. Fue una señal. Quedó ahí, monstruosamente enganchada tras bambalinas en la gloriosa Constitución Nacional de Alberdi. ..Siete años! Solo siete años transcurrieron desde la promulgación de la Constitución de 1853 y la primer monstruosidad a la propieda cortaba uno de los derechos absolutos que tan sabiamente colocó Alberdi en la Constitución: el derecho a la propiedad.

¿Por qué no pidieron un crédito al exterior? ¿Por qué no dejaron de pagar sueldos a funcionarios estatales ya que dinero no había? ¿Por qué no entregaron pagarés a los funcionarios del Estado? Porque es siempre más fácil birlar lo ajeno con buenas intenciones, desde luego. El “Altruismo” ya había aparecido en escena. Se hacía este ataque a la propiedad privada con buenas intenciones. Que se perjudiquen algunas minorías… no debiera importar. Además eran de la oligarquía ganadera. ¡Que se embromen! ¿Qué es una pequeña monstruosidad para los oligarcas que tiene tanto?

El papel de Frankenstein lo interpreta Peter Boyle. Mel Brooks insistió en hacerla en blanco y negro para recrear el ambiente de la novela de Mary Shelley. Cuatro décadas después de 1853, el altruista presidente Figueroa Alcorta decide “nacionalizar” el subsuelo. Se usaron palabras bonitas para que no se note la monstruosidad. Nacionalizar es más patriótico que “quitar a sus propietarios”. Amparándose en un Código de Minería, el bondadoso con lo ajeno Figueroa Alcorta por un decreto del Ejecutivo quita el subsuelo a los superficiarios. Amparado en las sombras del “Altruismo”, la medida del tirano Figueroa Alcorta cosecha aplausos por beneficiar al pueblo, siguiendo la cultura española de considerar el subsuelo como propiedad del rey. En este caso, se consideraba el subsuelo propiedad del Estado. ¿Qué es una montuosidad para el superficiario, si tiene tanto…?

La encantadora Madeline Kahn interpreta a la bella Elizabeth, novia del científico que se enamora del monstruo. Una década más e Irigoyen congela alquileres. Violaba la propiedad privada que tenían los propietarios de departamentos. Amparado en el “Altruismo”, el Peludo no duda un instante: Si era por el bien de las mayorías u la chusma que tanto lo adoraba, no importaba si caía por decreto presidencial el derecho absoluto de la propiedad privada: los propietarios no podían disponer de sus casas, ni pretender que se cumplan los contratos entre partes, ni aumentar los alquileres, ni echar a los malos pagadores. Infaltable en este coktail demagogo: El aplauso monstruoso.

Según la definición de tirano y sin consideración despectiva, es una persona que viola derechos individuales. Que viola el derecho a la vida, o que viola el derecho a la propiedad privada, o que viola el derecho a la libertad de expresión, o que viola el derecho a comerciar al mundo el producto del trabajo del que produce.

Quizás la mejor película de Mel Brooks, figura entre las cien mejores películas de todos los tiempos. Al promediar el siglo XX, Perón cierra el prestigioso diario “La Prensa” por considerar contrario al interés de las mayorías. Amparado en las sombras del “Altruismo”, por medio de un decreto del Ejecutivo cierra un diario que fue tradicionalmente una lenguas filosa y libre de la República Argentina. Caía así un derecho absoluto como es el de la libertad de expresión.

Con las Leyes laborales caían de un plumazo la libertad para contratar y despedir obreros de las fábricas. Aparece Mussolini: il Ministerio dil Laboro Argentino. Raúl Ricardo Alfonsín expropia la estancia “El Albardón”, baja las penas a los intrusadores de casas ajenas y bajas las penas y las excarcelaciones a los pibes chorros. El “Altruismo” brinda protección filosófica al presidente Alfonsín quien no duda en que se perjudiquen los propietarios, pues los pibes chorros eran las “víctimas” de un sistema injusto.

Con buenas intenciones desde luego. Estaba persuadido que era por el bien común.

Nada queda de la gloriosa Constitución de Alberdi. Esta monstruosidad jurídica es obra de cien años de “altruismo”, nunca lo hicieron por maldad pura. Contaron con la complicidad de la Justicia que permitió esta intromisión sobre los ciudadanos. Simplemente los Jueces no sabían de las consecuencias que acarrearía su altruismo.

La forma de recuperar esos derechos absolutos de la vida, propiedad, libre intercambio de bienes, libertad de expresión es volver a la Constitución Nacional de 1853. Anular todo el 14 bis, de plano, en la próxima Convención Nacional Constituyente.

Referencias:

“Peronismo demoliciones” de María Zaldivar
“Capitalismo: el ideal desconocido” de Ayn Rand
Artículo de Mercedes Opina de dr Carlos Antonio Cadenas Madariaga

Fuente: La Gazeta de Concordia (Argentina)

ALBERDI Y LA BUENA MORAL

2014/01/22

Juan Bautista ALBERDI y LA BUENA MORAL

UBA FACULTAD DE DERECHOUBA , sueños concretados.

Publicado el día 21 enero, 2014, por Anton Barreneche

Se pone de moda Rousseau. Hacia fines de 1800, con el advenimiento de nuevas universidades en la Argentina se popularizó la “fe” en el racionalismo puro como fuente de toda sabiduría, basado principalmente en el pensamiento bueno, el bien común. Fue esta Universidad Estatal Argentina la que hizo reflexionar a Juan Bautista Alberdi, cuando dijo: “- Es la nueva casta de bárbaros ilustrados, que salen de las universidades empapados de positivismo jurídico y que llevarán a la total destrucción de nuestro país”.
UBA, concretando sueños.

Cuanta razón tenía Alberdi. Analizando su frase más de 130 años después, vemos que lamentablemente se cumplieron sus proféticas palabras. Las universidades estatales argentinas son una verdadera fábrica de bárbaros ilustrados, empapados en positivismo jurídico, con toda la mochila del iluminismo francés en sus espaldas.

Esa casta de jóvenes ilustrados, educados en universidades estatales argentinas, pensemos en Cristina Kirchner que siempre recuerda a Heggel , fueron los que destruyeron la Constitución de 1853, “aggiornándola” con toques de justicialismo en diferentes años: 1949, 1957 y 1993.
¿Cómo saber si la vieja moral es buena?
¿Cómo saber si la moral originada por Descartes es mala?
Debemos mirar los resultados logrados por cada una de estas morales (que son antagónicas).

La buena moral apunta y apuntala a la vida, a la producción, a la libertad, apunta al éxito, a la inversión, a la responsabilidad personal y al progreso. Es la moral de Alberdi y su Constitución de 1853.

La mala moral apunta a la muerte, a la burocracia, a la pérdida de libertad, a no tener ganas de producir, a quitar compulsivamente para repartir, al fracaso, al estancamiento, a la pobreza, a los impuestos altísimos, al saqueo… Es la moral del 14 bis. Es el peronismo con todas sus variantes peronchas y radicales de los últimos siete décadas.

Cada ser humano debe elegir íntimamente entre las dos morales.
No se puede servir a dos dioses a la vez.
Debe elegir y luego debe hacerse cargo de las consecuencias de su elección. Debe elegir y a partir de esa elección, saldrá la Constitución que le regulará su vida. En la Constitución está redactada su moral.

Por Anton Barreneche

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Ricardo Daniel Mc Loughlin:    Nuestro amigo Antón me resulta muy agradable y comparto la ideología libertaria que infieren sus conclusiones; disiento su hipótesis de base pues es falaz. Extrañamente la introducción que hace es lo inverso a lo que quiere sostener pues relacionar a Rouseau, al racionalismo en general como fuente filosóficas del voluntarismo es extraño ya que son el antípoda de éste. Es más, el voluntarisno está asociado al romanticismo reaccionario donde se subordina la razón al sentimiento.

ARGENTINA – GRAVES NUEVAS DENUNCIAS

2014/01/21
Caso Lázaro Báez

En La Nación, Alconada Mon y Cappiello revelan nuevas denuncias

Por quinto día consecutivo, los editores de Clarín y La Nación –principalmente-, se concentran en la serie también conocida como la “ruta del dinero K”. En ningún medio el tema alcanza los títulos insignia. El periodista del diario de los Saguier que despertó nuevamente este enfoque noticioso revela que el Gobierno nacional protegió a Hotesur, una SA de los Kirchner. Hernán Cappiello se detiene en las escuchas entre el hermano de la ministra de Seguridad y un  allegado a Báez

La anteúltima semana del año se distinguió porque nacieron nuevas revelaciones del caso Lázaro Báez. La información llegó de la mano del periodista Hugo Alconada Mon. Esta vez le apunta a la Inspección General de Justicia (IGJ) porque no sólo montó un “cepo informativo” para cuidar al vicepresidente Amado Boudou –por el “caso Ciccone”- sino también que hizo lo mismo con Hotesur, “la sociedad anónima con la que el matrimonio Kirchner controla el hotel Alto Calafate”.

A la hora de sumar más precisiones, el periodista del diario centenario subraya: “Hotesur adeuda balances, no informa quiénes integran su directorio desde hace años y sus actuales directores incumplen la normativa contra el lavado de activos que dictó la IGJ, que obliga a detallar si alguno de ellos son ‘personas políticamente expuestas’ (PEP)”. Detalla que debe los balances internos de 2011 y 2012 y que la última designación de director data de 2008. Por si fuera poco, apunta que este establecimiento figura como “dueño” del hotel Alto Calafate, el mismo por el que Lázaro Báez pagó $ 10,1 millones en concepto de “alquiler”.
Pero Alconada Mon no es el único que comparte una novedad interesante –periodísticamente hablando- porque su colega Hernán Cappiello se concentra en las escuchas que tienen como protagonista al exvocal del club River Plate durante la saliente gestión de Daniel Passarella, Marcelo Rodríguez –y hermano de la ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez-, y un tal “Fabio Penna”, que le propone un negocio de Báez. Según transcribe, todo giraba en torno al blanqueo de u$s 300 millones. A nivel judicial, repasa que el ahora suspendido fiscal Jose María Campagnoli ordenó obtener más escuchas y hasta pidió por la detención de Rodríguez, aunque el juez Fernando Caunedo luego fulminó los argumentos del funcionario judicial y anuló las órdenes de detención. Explica que al comienzo, este caso se circunscribió sólo en temas deportivos y que recién ahora está saltando hacia el espectro político.
El diálogo, según reconstruye La Nación
Mientras tanto, Lucía Salinas pondera en Clarín el comunicado que difundió ayer Báez, donde en primera persona aclara que se “malinterpretó” su presentación judicial porque no quiere censurar a nadie. Sin embargo, el matutino edita que “insiste con la censura” porque ratificó que pretende que los papeles privados “continúen siendo manipulados y exhibidos públicamente de manera falaz”. Al mismo tiempo, subraya que el empresario quiere saber cuál fue el origen de la información y cómo fue obtenida. Se suman La Nación y Página, pero desde dos pequeñas columnas. El Cronista edita: “Fue apenas un amague de marcha atrás”.
En un espacio pequeño, Clarín anota que la jueza Andrea Askenazi tiene tiempo hasta mañana para decidir sobre el pedido de cautelar impulsado por Báez.
Por otro lado, Clarín y Página coinciden al destacar que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, tomó distancia del caso Báez y dijo que está a favor de la “libertad de expresión sin restricciones”.
– See more at: http://www.diariosobrediarios.com.ar/dsd/notas/1/15432-en-la-nacion-alconada-mon-y-cappiello-revelan-nuevas-denuncias.php#.Ut0zaTunvIU

LOS GRANADEROS DE SAN MARTIN

2014/01/12

GIRONES DE NUESTRA HISTORIA – LOS GRANADEROS DE SAN MARTIN

(www.argentinasalvajiza2.wordpress.com  (/2014/01/11)

(AMO A MI PATRIA y a SUS GRANADEROS… ¡A Quien Temo Es a Mis Gobiernos!

Crónicas de la historia

(Una calurosa mañana de 1826…  por Rogelio Alaniz)

El 19 de febrero de 1826 los vecinos de la ciudad de Buenos Aires contemplaron con algo de asombro y un cierto toque de indiferencia a una caravana de carretas precedida por hombres de a caballo, que ingresaba a la ciudad de Buenos Aires. No era una tropa de reseros, no eran gauchos venidos desde alguna estancia, no eran comerciantes o proveedores de la pulpería. Había en ellos, a pesar de las ropas gastadas y polvorientas, a pesar de las barbas crecidas y el visible deterioro físico de algunos, una gallardía, una dignidad íntima, una cierta altivez en la mirada que provocaba inquietud y desconcierto. Pronto un rumor empezó a circular entre los vendedores ambulantes, los troperos de la plaza, algunos parroquianos de los bares de la zona, las chinas que marchaban con los atados de ropa para lavar en la costa. Esos hombres de mirada hosca, mal entrazados, eran, nada más y nada menos, los granaderos de San Martín que regresaban a su ciudad luego de catorce años de ausencia.

En efecto, mil hombres del flamante cuerpo de granaderos marcharon en su momento a Mendoza para incorporarse al Ejército de los Andes. Desde ese momento el regimiento estuvo en todas y no faltó a ninguna. Peleó en Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia. Ganaron y perdieron batallas, pelearon bajo los rayos del sol y en medio de tormentas y borrascas; no dieron ni pidieron cuartel. Mataron y murieron sin otra causa que la de la patria. De sus filas salieron generales, oficiales y soldados valientes. Bolívar, Sucre y Santander ponderaron su disciplina, su coraje, ese orgullo íntimo que exhibían por ser granaderos. San Martín, tan ajeno a los elogios fáciles, dijo de ellos: «De lo que mis granaderos son capaces de hacer, sólo yo lo sé; habrá quien los iguale, quien los supere, no». Don José sabía de lo que hablaba.

Pero regresemos al lunes 19 de febrero de 1826. Hacía calor en Buenos Aires, y cerca del mediodía no era mucha la gente que se paseaba por la zona de la Recova y la Plaza Mayor. A los rigores de la temperatura, se sumaban los avatares de la política. Bernardino de Rivadavia acababa de asumir la presidencia, un mandato otorgado por un Congreso que ya empezaba a ser impugnado por buenas y malas razones. Desde hacía unos meses, Brasil nos había declarado la guerra y, para escándalo de los ganaderos federales, el Congreso había iniciado el debate para capitalizar la ciudad de Buenos Aires.

No, no eran buenos aires los que soplaban en el Río de la Plata en esa calurosa mañana. Los vientos de la guerra soplaban amenazantes. La guerra contra Brasil, pero también las guerras civiles. Ni el gobierno ni los opositores tenían ganas de recibir visitas inoportunas, visitas que recordaran tiempos viejos y al nombre de San Martín; un nombre incómodo para una ciudad que no le perdonaba no haber movilizado a las tropas en Chile para defender a Buenos Aires del ataque de las montoneras federales de López y Ramírez.

La caravana llegó hasta la Plaza Mayor, los hombres ataron los fletes en los palenques y se protegieron de los rayos del sol bajo la sombra de la Recova. Nadie salió a recibirlos; no hubo ni ceremonias oficiales ni privadas. Nadie los esperaba y nadie parecía tener muchas ganas de hablar con ellos. Ellos tampoco se quejaron o levantaron la voz. Estaban acostumbrados a las ingratitudes.

any-society-that-would-give-up-a-little-liberty.jpgRepuestos del viaje, el «trompa» Miguel Chepoya hace sonar su trompeta -la misma que vibró en San Lorenzo- frente a la Pirámide de Mayo. Algunos vecinos miran con desconcierto y algo de temor a estos «rotosos» que se comportan de un modo algo extravagante. ¿A quién se le ocurre hacer sonar una corneta ridícula un lunes a la siesta? Es verdad, ¿a quién se le puede ocurrir semejante cosa en el Buenos Aires de 1826? Después, en rigurosa formación, marchan hacia el Parque de Retiro donde dejan sus arreos. Sólo algunos curiosos los acompañan. Ni formación especial ni comitivas oficiales. Una semana después, la Gaceta Mercantil les dedica algunos renglones. Nada más. Tampoco ellos piden más. El único orgullo que se permiten estos hombres es ser soldados de San Martín y pertenecer al regimiento que para el Libertador era, como se decía entonces, la niña de sus ojos. La mayoría de ellos no conoce los entremeses de la política criolla. Seguramente no sabe quién es Rivadavia o Rosas; les basta con saber que conocieron a San Martín y que fueron sus soldados. Motivos tenían para estar orgullosos. Su destino militar en los últimos años estuvo unido a las guerras de la independencia. No faltaron a ninguna cita. Combatieron en Vilcapugio, Ayohuma, Sipe Sipe; desfilaron orgullosos por las calles de Montevideo; estuvieron en San Lorenzo, Chacabuco, Maipú y Cancha Rayada. Después se lucieron en Río Bamba. Pichincha, Junín y Ayacucho. El balance es elocuente: ciento diez batallas en las costillas.

Luego iniciaron el regreso a Buenos Aires. El 10 de julio de 1825 llegaron a Valparaíso bajo las órdenes del coronel Félix Bogado. Nada les resultó fácil. Ni en Valparaíso ni en Santiago los esperaban. Les habían prometido pagarles los sueldos atrasados y no lo hicieron; les habían prometido trasladarlos con las comodidades del caso, y tampoco lo hicieron. El coronel Bogado discutió con políticos chilenos y diplomáticos argentinos. El reclamo era más que modesto: caballos y carretas para regresar a Buenos Aires. Recién en Mendoza, un señor llamado Toribio Barrionuevo, sacó de sus bolsillos unos pesos para financiar el regreso.

El 13 de enero de 1826 salieron de Mendoza en una caravana de veintitrés carretas. Antes de partir, Bogado ordenó un recuento de armas y pertenencias: 86 sables, 55 lanzas, 84 morriones y 102 monturas. Setenta y ocho hombres son los que llegaron a Buenos Aires. De ellos, siete estuvieron desde el principio. Importa recordar los nombres de estos muchachos: Félix Bogado, Paulino Rojas, Francisco Olmos, Segundo Patricio Gómez, Dámaso Rosales, Francisco Vargas y Miguel Chepoya. Dos meses después, Rivadavia se acuerda de ellos y los designa escolta presidencial. Pero las desconfianzas y recelos persisten. Finalmente se corta por lo sano y los disuelven.

Veamos el destino de estos sobrevivientes: Félix Bogado, paraguayo y lanchero, se inició como soldado raso en San Lorenzo y concluyó su carrera militar con el grado de coronel. Cada ascenso lo logró en el campo de batalla. San Martín lo hizo teniente coronel y Bolívar, coronel. Murió en mayo de 1829 en San Nicolás. Estaba pobre y tuberculoso. Hoy un pueblo y numerosas calles lo recuerdan, pero en su momento nadie se acordó de él. El «trompa» Miguel Chepoya, iniciado en San Lorenzo, se dio el lujo de hacer sonar su trompeta en Ituzaingó. Es la última vez que lo hizo. Murió en su ley. Peleando contra un enemigo extranjero. José Paulino Rojas era cordobés. También estuvo en todas y en todas fue respetado por su coraje. Ninguna de esas virtudes alcanzaron para salvarle la vida. Rojas, enredado en las guerras civiles, murió fusilado en 1835.

De los otros, es decir de Vargas, Rosales, Olmos y Gómez no dispongo de datos. Es probable que mucho no haya. Por lo general, las grandes biografías no se escriben con las peripecias de estos hombres, cuyo exclusivo patrimonio son las cicatrices ganadas en los campos de batalla. Después, mucho después, llegarán los reconocimientos y los honores. Bartolomé Mitre dirá del Regimiento de Granaderos: «Concurrió a todas las grandes batallas de la independencia. Dio a América diecinueve generales y más de doscientos jefes y oficiales en el transcurso de la Revolución. Y después de entregar su sangre y sembrar sus huesos desde el Plata hasta Pichincha, se paró sobre su esqueleto y los soldados regresaron a sus hogares trayendo su viejo estandarte bajo el mando de uno de sus últimos soldados ascendidos en el espacio de trece años de campaña». Buenas y bellas palabras, para hombres que aquel lunes de febrero de 1826 ni siquiera recibieron el saludo de los perros que entonces vagaban libres y salvajes por las calles de Buenos Aires.

MORALEJA:

«Ante el peligro se acude a Dios y al Soldado. Cuando el peligro ha pasado, Dios es olvidado y el Soldado despreciado»

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